Napster era un programa P2P de gran popularidad que permitía distribuir archivos musicales en formato MP3 creado por Shawn Fanning. Este programa permitía que los melómanos pudieran compartir sus colecciones musicales con otros usuarios.
En diciembre de 1999, viendo a Napster como una amenaza, la industria discográfica demandó a la compañía alegando que violaba sus derechos de autor. Curiosamente, poco después de la demanda, en febrero de 2001 Napster alcanzó su máxima afluencia de usuarios con más de 26 millones. Más tarde, en julio de 2001, un juez ordenó el cierre de los servidores de Napster. Esta es una historia es conocida.
Se sabe que esta derrota judicial de Napster fue al mismo tiempo una victoria efímera para la industria, pues pronto aparecieron una serie de programas alternativos más difíciles de controlar como Galaxy, Audiogalaxy, Morpheus, Gnutella, Kazaa, LimeWire y eDonkey2000. Gracias a Internet y a la proliferación de estos programas la industria musical se encuentra en una severa crisis que pone en entredicho el sistema de propiedad intelectual formado desde la sanción del Estatuto de la Reina Ana. Pero la historia pudo tener un camino distinto si la industria musical hubiera tenido más reflejos y menos dureza con sus usuarios.
No es tan conocido que en julio de 2000, se realizó una reunión en Sun Valley (Idaho) entre los propietarios de Napster y las discográficas. Se conocía por algunas encuestas que los seguidores de Napster estaban dispuestos a aceptar el pago de una suscripción mensual por las descargas. La cumbre de Idaho terminó en un fracaso, Napster ofreció compartir sus utilidades a partes iguales, pero la industria embriagada por las utilidades exigieron poco más del 90. No parece raro. La industria creyó que podía controlar a la Red y despreció una posibilidad para dominar un medio de comunicación que le hubiera reportado grandes beneficios, recién con el modelo de Apple y sus iTunes y a regañadientes, se dio cuenta de su error. El daño ya estaba hecho.
Esta es una de las historias que Steve Knopper -redactor de Rolling Stone– relata en su reciente libro Appetite for self-destruction: The Spectacular Crash of the Record Industry in the Digital Age. La tesis de Knopper es sencilla, la industria musical sacó provecho de su monopolio esquilmando con avidez a sus consumidores a través de las más diversas fórmulas, ahora están pagando por ello.
A principios de la década del 80 se impuso una clara mentira: el CD es un soporte superior al LP o «elepé» pero su fabricación más cara. Gracias a esta premisa falsa se multiplicó el precio de los CDs y se obligó a los consumidores a pagar el doble por una música que ya poseía en vinilo.
Muchas personas piensan, entre los que se encuentra el autor, que los problemas de la industria son una retribución por décadas de contratos con malos artistas y $18,99 dólares por CD. Hace un par de preguntas interesantes, ¿habría habido alguna diferencia, si la industria hubiera sido justa y benevolente? Las personas pueden buscar y encontrar cualquier disco de forma gratuita en línea en un par de minutos ¿Existe alguna forma de detener esto?
Knopper supone que si los sellos discográficos hubieran alcanzado un acuerdo con Napster en el momento oportuno, cuando Napster estaba en su apogeo, podríamos haber tenido un nuevo modelo de negocio y no se encontraría en la terrible situación que hoy padece. Las personas que abrazaron Napster los hicieron sólo porque querían una canción y no tenían que salir de casa, entrar en su auto, conducir hasta Tower Records y comprar un CD de $ 18.99.
Al abrigo de este supuesto acuerdo con Napster la industria hubiera liderado el cambio tecnológico, participando en redes sociales como Friendster, Facebook y MySpace, permitido hacer listas de reproducción mixtas y comerciarlas. Eventualmente la música habría ido a parar a los teléfonos celulares, incluso antes que iPhone. Podría haber sido un servicio muy poderoso y no todo hubiera sido gratis.
Una reseña de este trabajo la pueden encontrar en El País (El ‘waterloo’ de la industria musical), New York Times (When Labels Fought the Digital, and the Digital Won) y The Village Voice (More Apocalyptic Discourse with Appetite for Self-Destruction scribe Steve Knopper y How the Music Industry Died: Steve Knopper’s Appetite for Self-Destruction).
Sería interesante qué legislación ( o cómo se podría adaptar o reformular en la existente) está en marcha respecto para regualr ciertos fenómenos relacionados con la industria musical.
Saludos
La reflexion exacta respecto a esta no tan nueva tesis sobre la crisis de la industria musical ( internet formato digital, compartir como estrategia de negocio etc. etc.) es si existe en marcha un proyecto nacional para adaptar o reformular la actual legislacion en derechos de autor respecto a fenómenos relacionados con este tema y la crisis de la industria musical como por ejemplo el caso de Creatives Commons Peru.
saludos
La reflexion exacta respecto a esta no tan nueva tesis sobre la crisis de la industria musical ( internet formato digital, compartir como estrategia de negocio etc. etc.) es si existe en marcha un proyecto nacional para adaptar o reformular la actual legislacion en derechos de autor respecto a fenómenos relacionados con este tema y la crisis de la industria musical como por ejemplo el caso de Creatives Commons Peru.
saludos
Estimada Andrea,
El TLC suscrito con USA acaba de incorporar medidas mucho más proteccionistas que las ya existentes en materia de derechos de autor en entornos digitales. El quid del asunto está más allá de las normas, en una nueva concepción del modelo de negocios de la industria. Al parecer ésta se resiste pese a la ineludible realidad.
Saludos,
La Industria no supo adaptarse,,, eso es todo.
Está condenada a desaparecer por los errores que cometió.
Para Andrea Naranjo,
cualquier legislación existente no cambiará el actual panorama, ya que la gran cantidad de servidores conectados a millones de internautas alrededor del mundo, sería imposible de controlar.
Yo podría estar en EEUU y descargarme un dvd de música através de un servidor Ruso o Ucraniano o Chino, etc. Y nadie controlaría eso, ya que la legislación Gringa o Eropea no podría intervenir en todos los países que no tienen legislacón sobre los derechos de autor.
Realmente el panorama se ve muy complicado.