La regulación de la (in)decencia, a propósito del caso FCC v. Fox

El 1 de febrero de 2004 se jugó la XXXVIII edición del Super Bowl en el estadio Reliant de Houston. Los campeones de la Conferencia Nacional, los Patriots de Nueva Inglaterra se enfrentaban a los mejores de la Conferencia Americana, los Carolina Panthers. Los Patriots vencieron por 32 a 29, adjudicándose la Liga Nacional de Fútbol (NFL) americano. ¿Alguien se acuerda del partido? Seguro que no, una crónica en español en esmas. Pero es una de las ediciones más controvertidas y recordadas del Super Bowl.

Durante el entretiempo, Justin Timberlake cantó Rock your body a dúo con Janet Jackson. La Jackson estaba vestida de cuero negro, con un ajustado corsé. Al final de la canción y justo cuando Timberlake cantaba «Cause I, gotta have you naked by the end of this song«, el ex novio de Britney Spears dejó a Janet Jackson con un seno al aire. Como suele ocurrir en los Estados Unidos en este tipo de casos las cámaras cambiaron de plano al instante y ningún locutor comentó el hecho. Pueden ver el vídeo  en Youtube. La Federal Communications Commission (FCC) impuso una multa de US$ 550,000 a la CBS por el incidente.

En los Billboard Music Awards del año 2002, transmitidos por Fox, Cher al ganar uno de los premios, obsequió algunos comentarios a aquellos críticos que le pedían el retiro por razón de su edad: «People have been telling me I’m on the way out every year, right? So fuck ‘em«. En los premios del año siguiente la presentadora, Nicole Richie, disertó sobre la dificultad de  «have you ever tried to get cow shit out of a Prada purse? It’s not so fucking simple«. También en el 2003 y en el marco de la entrega de los Golden Globe Awards, el lider de la banda U2, Bono, señaló al recibir su premio que esto era «really, really fucking brilliant«. En otro hecho, el programa policiaco NYPD Blue, transmitido por ABC, comenzó a incluir lenguaje vulgar en las voces de algunos de sus protagonistas, especialmente el detective Andy Sipowitz, utilizaba expresiones como «bullshit,» «dick,» y «dickhead«. Finalmente, durante el reality show de la CBS, Survivor: Vanuatu – Islands of fire, uno de los participantes se refirió a un colega como un «bullshitter«.

La FCC dictaminó, cambiando un criterio anterior, que las interjecciones fugaces de Cher y de Nicole Richie en los Billboard Music Awards eran indecentes. En los Estados Unidos existe una legislación que prohibe la programación de contenidos potencialmente indecentes entre las 10 de la noche y las 6 de la mañana. La Corte Suprema (en el caso de 1978, FCC v. Pacifica Foundation) declaró que, a diferencia de los libros o los periódicos, la emisión por ondas son excepcionalmente influyentes y omnipresentes en la vida de los estadounidenses, y que, por tanto, la regulación gubernamental de su contenido no viola la Primera Enmienda.

La CBS y la Fox cuestionaron la decisión de la FCC en los tribunales y en principio la decisión judicial les fue favorable. En el caso Janet Jackson (CBS Corporation v. FCC) la Corte de Apelaciones del Tercer Circuito fustigó la actuación de la FCC al considerar que ésta no puede cambiar una línea de acción sin advertirlo y motivarlo previamente. Razonamiento similar señaló la Corte de Apelaciones del Segundo Circuito en el caso Fox Television Stations v. FCC .

La FCC apeló ambas decisiones. El pasado 28 de abril, la Corte Suprema de los Estados Unidos falló (FCC v. Fox Television Stationsen favor de la política de la FCC aunque omitió pronunciarse sobre la posible vulneración de la Primera Enmienda. El caso Jackson todavía no ha sido resuelto.

Lo interesante de ambos casos, es que nos permiten discutir la racionalidad de continuar aplicando una regulación para las emisiones de radiodifusión (radio y televisión) en medio del fenómeno de la convergencia tecnológica. Tal como señala Adam Thierer (The Thechnology Liberation Front: Supreme Court Decision in FCC v. Fox (Part 3: The Majority Decision)) los niños que la Corte Suprema cree que la FCC protege están más tiempo en YouTube o en Hulu viendo imágenes potencialmente obscenas o escuchando lenguaje procaz.

La abundancia de plataformas tecnológicas de comunicación es el argumento que estaría utilizando la FCC para endurecer la regulación de los contenidos de radio y televisión, según señala tiene la intención de convertir estas señales en un puerto seguro de contenido indecente. No parece un argumento razonable, desde que la escasez fue la excusa que justificó la regulación de la radiodifusión antes de la aparicón de la convergencia.

Y llegaron los marcianos al ritmo de La cumparsita

Hace setenta años, en la víspera de la noche de brujas de 1938, un genial Orson Welles de sólo 23 años realizó sin lugar a dudas el programa radial más comentado en la historia de este medio de comunicación. «La guerra de los mundos» era en principio un episodio más de la antología Teatro Mercurio del Aire (Mercury Theatre on the Air) emitido por la Columbia Broadcasting System (CBS) pero el revuelo que causó le hizo leyenda. El programa, dirigido y narrado por Orson Welles fue una adaptación de la novela del mismo nombre de H. G. Wells, que curiosamente este año cumple cien años de editada.

Cecil B. DeMille consiguió en 1925 para la Paramount Pictures los derechos cinematográficos de la novela, Alfred Hitchcock y Sergei Eisenstein también se mostraron interesados por llevarla al cine, pero el argumento no logró convencer a los productores. Fue Orson Welles quien creyó en la fuerza del argumento adaptado por Howard Koch, el mismo que después haría el guión de Casablanca.

El programa se inició con el siguiente anuncio del locutor: «La Columbia Broadcasting System y sus emisoras asociadas presentan a Orson Welles y al Mercury Theatre on the Air en «La Guerra de los Mundos» de H. G. Wells«. Poco después suena una entrada de Tchaikovsky pero se suspende la audición con la voz del propio Wells advirtiéndonos: «Ahora sabemos que durante los primeros años del siglo XX este mundo estaba siendo observado atentamente por inteligencias superiores a las del hombre y, sin embargo, tan mortales como las nuestras. Inteligencias poderosas, frías y sin sentimientos contemplaban con envidia la Tierra. Seres que lentamente, pero con seguridad preparaban un plan contra nosotros.» Al instante se ofrece un parte meteorológico informando de «una ligera perturbación atmosférica de origen desconocido sobre Nueva Escocia«. El locutor nos traslada al Salón Meridian del Hotel Park Plaza, en Nueva York, para escuchar La cumparsita con la música de Ramón Raquello y su orquesta. Pocos segundos después se interrumpe el programa con un boletín especial de la Intercontinental Radio News: un objeto desconocido ha caído cerca de New Jersey. El resto es historia conocida. Durante las dos terceras partes del programa se presentan una serie de boletines de noticias con los pormenores de una supuesta invasión marciana.

El formato elegido y el hecho que el programa se transmitiera a manera de un sustaining show (sin pausas comerciales), aumentaron su efecto dramático. Aunque el programa generó cierto nerviosismo, sobre todo entre los habitantes cercanos al lugar donde se reportó la invasión, estudios posteriores han demostrado que el pánico generalizado que habría ocasionado el programa fue una invención de la prensa de la época. Pero el programa catapultó a Welles. Acabo de leer mientras buscaba información para hacer este post una frase de un libro sobre Pasqual Maragall, que rescato para esta ocasión «creo que la mentira tiene derecho a entrar en la historia porque la verdad pura es inaguantable«.

La historia no terminó con el pataleo de la prensa sensacionalista al día siguiente del programa. El 7 de diciembre de 1941, Welles estaba leyendo unos poemas de Walt Whitman en la radio, justo cuando Pearl Harbor era atacada por los zeros japoneses. La CBS no permitió que Wells diera la noticia, igual muchos pensaron que se trataba de otra broma. Dicen que el presidente Roosevelt le envió unos días después un telegrama recordándole con ironía el cuento de Pedro y el lobo.

Qué tiene que ver este post con el contenido del Blog, no mucho la verdad, pero no quería dejar de pasar la oportunidad de comentar este suceso. En la película Días de radio (Radio Days, 1987) de Woody Allen pueden ver una breve recreación del efecto que causó la audición. La versión original del programa está disponible en la web de Mercury Theatre on the Air y una versión en español se encuentra en la página web de la Cadena SER.