Ollanta Humala tiene hasta este martes 22 de octubre para firmar o rechazar el Proyecto de Ley de Delitos Informáticos. Como recordarán, se trata de un proyecto de ley elaborado y aprobado en cuatro horas por el Congreso y, en las propias palabras de un funcionario del Ministerio de Justicia, “totalmente distinto” de lo que la Comisión de Justicia aprobó el año pasado.
En los últimos días, el Ministerio de Justicia se ha dedicado a “defender” el Proyecto de Ley en distintos medios de comunicación. Es una tarea difícil, teniendo en cuenta que el Proyecto que hoy tiene el Presidente representa solo una parte de lo propuesto por el Ministerio de Justicia en julio. Parte de la campaña ha consistido en enviar notas de prensa explicando los beneficios del Proyecto y alertando a la población de los peligros que representaría no aprobarlo.
Lo primero que dicen es que el proyecto solo se limita a seguir la Convención de Budapest sobre el Ciberdelito. Eso es inexacto porque en ninguna parte de la convención de Budapest se habla de grooming, discriminación o agravantes para la interceptación de información pública. Incluso en los casos en los que simplemente se traduce la Convención, se elige pasar por alto algunos detalles. Por ejemplo, la Convención de Budapest permite a los Estados solo criminalizar la alteración de un dato informático cuando se provoque un daño grave (artículo 5). En nuestro caso, el artículo 3 del Proyecto ha elegido no hacer esa precisión. Lo que significa que cualquiera que borre o altere un archivo ajeno puede ir preso.
Lo que encuentro realmente confuso es la defensa del delito de grooming. El argumento de defensa ha sido señalar los peligros a los que están expuestos los niños en Internet y en la necesidad de protegerlos. Incluso, se ha citado el reciente caso de una persona en La Libertad que se hacía pasar por Justin Bieber para obtener fotografías íntimas de menores de edad. Según el propio vocero del Ministerio de Justicia, solo gracias a este Proyecto de Ley se va a poder sancionar estos casos.
La crítica es ilógica (…) El grooming es una nueva figura por el (sic) cual un delincuente a través de las tecnologías de la información se hace pasar por otra persona, obtiene de un menor imágenes y luego las difunde a través de Internet como pornografía infantil. (…) Antes de esta legislación no podíamos sancionarlo.
Carlos Vásquez Ganoza, Ministerio de Justicia, entrevista en ATV+
Encuentro problemático este razonamiento porque tanto el acoso como la violación de un menor ya son un delito en nuestro país. También es un delito la posesión de pornografía infantil. Por ende, si a esta persona en La Libertad se le encuentra en posesión de las fotografías de los menores puede ir preso por hasta doce años. Si hubiese estado vigente la ley propuesta sobre grooming, el resultado en términos de pena hubiese sido exactamente el mismo. En Perú, las penas no se suman y solo se cumple la pena más alta. La pena máxima propuesta para el grooming es de ocho años, con lo que en todos los casos un delicuente cumpliría la pena del delito más grave. ((Peor aún, en el caso en el que aprueba la Ley de Delitos informáticos se aumentarían las penas para la pornografía infantil con lo que la diferencia entre las penas para grooming y pornografía infantil continuaría creciendo.))
Lo que es peor es que esta necesidad de figurar como pioneros nos lleva a diferenciar donde no deberíamos. Si se aprueba la ley, acosar a un menor de edad a través de Internet pasaría a tener una pena de hasta ocho años. Sin embargo, acosarlo en el colegio o en la calle sería considerado un “acto contra el pudor” cuya pena máxima es de cinco años (y siete en algunos supuestos). Eso significa que nuestra Ley penal sería más benevolente con quien acosa a un menor en persona que con quien lo hace a través de Internet. ¿Ven a lo que me refiero?
Aprobar esta ley sería continuar con la tradición de aprobar leyes “como salgan”. Una tradición donde además de ser pioneros somos también referentes en la región. Más sobre la Ley de Delitos Informáticos y lo que podemos hacer para detenerla en la web de Hiperderecho.
El asunto es que todavía seguimos viendo a la legislación del Congreso como una solución a los diversos problemas económicos, sociales, etc.; y, no lo es, en realidad el Congreso es un problema más, uno de los más importantes que tenemos. Hoy por hoy, el Congreso es impredecible y una garantía de pésima regulación.