Lessig quiere demoler la FCC

En una reciente columna de la revista Newsweek (Reboot the FCC) el profesor Larence Lessig sostiene que la Comisión Federal de las Telecomunicaciones (Federal Communications Commission – FCC), regulador de los Estados Unidos de las Telecomunicaciones, en lugar de proteger la innovación, ha sucumbido a un irresistible deseo de proteger a los más poderosos. Es decir, cree que la FCC es un ejemplo perfecto de cómo los reguladores, creados a inicios del siglo pasado, son un freno para el desarrollo.

La FCC se ha convertido en el centro que coordina casi todos los aspectos importantes relacionados con la tecnología. Es el protector de Internet y regulador de la radio, televisión y de las comunicaciones satelitales. En las próximas décadas, Lessig cree que podría convertirse en el regulador por defecto de cada nueva tecnología de las comunicaciones y especialmente, de las nuevas formas de utilizar las comunicaciones inalámbricas, que hoy portan las señales de televisión, radio, internet y telefonía celular, las que podrán proporcionar acceso a Internet de alta velocidad.

El inconveniente de la FCC es que, con tantas facultades a su alcance, se ha convertido en blanco de campañas de enorme influencia. Sus comisionados tienen que ser «expertos» e «independientes», pero en la realidad, para el autor, nunca han sido realmente expertos y ahora están abiertamente influenciados por el juego político. La solución. Como las inconsistencias de la FCC son estructurales, están en su ADN no se pueden maquillar, la FCC se tiene que enterrar. No es la primera vez que Lessig aboga por su destrucción, en marzo de este año sostuvo una posición similar en una entrevista para National Review Online (Professor Lessig Is In). La alternativa es crear una institución diferente, que Lessig llama Innovation Environment Protection Agency (IEPA), algo así como Agencia de la Protección para el Fomento de la Innovación, la cual tendría una misión muy simple: «mínima intervención para incrementar al máximo la innovación«.

La primera tarea de la IEPA, sería frenar el poder incontrolado de los monopolios. Como ejemplo, gran parte del espectro radioeléctrico ha sido subastado en los Estados Unidos a monopolios de telecomunicaciones, sobre la base de que sólo mediante este monopolio las empresas podrán emprender la costosa tarea de construir una red de estaciones de radiodifusión. La IEPA pondría a prueba esta hipótesis. De esta forma, un organismo fortalecido con la prohibición de cualquier tipo de vínculos con la industria se podría evitar la cultura de favoritismo que viene definiendo el accionar de la FCC. Y si logra alcanzar credibilidad en el control de los monopolios, la agencia podría aplicar esta experiencia en otras áreas como patentes y derechos de autor.

El título del artículo de Lessig nos da la idea de una crítica al sistema de regulación, o mejor dicho una crítica institucional, sin embargo nos encontramos ante un cuestionamiento meramente formal: la FCC no sirve hay que crear otro organismo que lo reemplace, «desvestir a un santo para vestir a otro» decimos por estos lares. Pero cabe preguntarnos, «quis custodiet ipsos custodes» (¿quien vigila a los vigilantes?), es una conocida locución latina del poeta Juvenal. La idea de crear un nuevo regulador libre de los vicios que se suelen imputarse a las diferentes agencias gubernamentales es conmovedora por su inocencia. El problema de los fallos regulatorios, que los hay y muchos, no es formal es estructural y la noticia más desalentadora -y es un apunte particular- es que una nueva institución no los solucionará, pues el defecto está en el ADN de la propia burocracia que sirve a estos organismos.

Sobre el particular recomiendo leer el post de Adam Thierer (Lessig on Building a Better Bureaucrat) en Technology Liberation Front cuando nos dice que muchos expertos y políticos creen tontamente que todo sería mejor, como por arte de magia, una vez que las normas sean aplicadas por infalibles reyes-filósofos, personas que caminarán por los pasillos del nuevo IEPA. Es claro, la burocracia estatal tiene su propia lógica. No existe ninguna razón que nos lleve a pensar que estos reyes-filósofos de la IEPA tendrán un mejor desempeño que sus antecesores de la FCC.

Esta observación es también aplicable a otras realidades. Por ejemplo en el caso peruano aparecen de cuando en vez críticas importantes para con el accionar de los organismos reguladores (OSIPTEL, OSITRAN, OSINERGMIN y SUNASS). Una de las formas que se levantan para resolver estos inconvenientes es la creación de una superintendencia que realice las funciones agregadas de todos ellos. Creemos que no es la salida, la única ventaja si se crara una Superintendencia sería un pequeño ahorro presupuestal, sin embargo, se perdería en especialización y sería más sencillo para el poder político captar a esta nueva institución que a las cuatro anteriores.

Reguladores y cambio tecnológico

Hace unas semanas los países de la Unión Europea (UE) llegaron a un acuerdo para reformar su sector de las telecomunicaciones. Este paquete busca armonizar las prácticas regulatorias de los Estados miembros y fomentar la competencia.

Sobre este tema ya escribimos recientemente un post (Unión Europea regula SMS), en particular con relación a la nueva regulación del roaming en el mercado del servicio de mensajes móviles (Short Message Service – SMS). Pero la reforma es mucho más profunda y ya habrá tiempo para escribir sobre ella. 

Con ocasión de la aprobación de dicha dicha reforma – anunciada el 27 de noviembre del mes pasado-, Dean Bubley de Disruptive Wireless ha realizado algunas notas (EU intervention in mobile – a double-edged sword) que me parecen de lo más oportunas y que no se aplican solamente a la reforma que impulsa la comisaria Viviane Reding, sino también a las iniciativas y tentaciones que suelen tener la mayoría de los organismos reguladores. Nos encontramos también ante una crítica razonable al propio Estado, que entiende muchas veces que la inventiva y el desarrollo se pueden implementar de espaldas al mercado, cuando lo cierto es que las más de las veces los esfuerzos privados progresan a pesar del propio Estado.

Para Bubley, muchas de las decisiones gubernamentales sobre cuál es la tecnología más conveniente o los intentos por armonizar las legislaciones de la UE se sustentan en posiciones pasadas de moda. El llamado «paquete de telecomunicaciones» incluye muchas demandas onerosas, y, autoritarias. Pero, afortunadamente, el Consejo de Ministros de Telecomunicaciones de la UE ha descartado algunos de los más ridículos aspectos de la propuesta, incluyendo la sugerencia de crear un regulador centralizado europeo y la política de espectro.

En particular, debe tenerse en cuenta que nos encontramos en el cambio de un modelo verticalmente integrado y centrado en la industria de las telecomunicaciones vocales a un modelo de capas, datos/Internet, íntimamente ligado con las tecnologías de la información y la industria del entretenimiento. De esta forma los intentos para imponer requisitos legales en las capas tecnológicas puede introducir sobrecostos, retrasos y fallas de mercado. Como ejemplo, señala la intervención en el mercado de televisión móvil, donde la insistencia en el formato DVB-H contradice la política de «neutralidad tecnológica».

Los últimos esfuerzos de la Comisión para entrometerse en el mercado se sitúan en torno a la armonización de la política del espectro radioeléctrico. Si bien es un objetivo que podría ayudar a crear economías de escala a los proveedores, desconoce que cada mercado europeo es muy diferente, dadas las distintas preferencias tecnológicas, la psicología del cliente y las políticas de Estado. La creación de una autoridad centralizada con sede en Bruselas que pueda vetar algunas regulaciones nacionales, es un anatema para la mayoría de los observadores.

Para Bubley algunas de las ideas en torno a la «net neutrality» parecen bastante cuestionables, teniendo en cuenta el surgimiento de innovadores modelos de negocio en los mercados más competitivos. No hay nada de malo en la no neutralalidad si los modelos permiten cambiar de proveedor. Por tanto, la legislación sobre apertura y transparencia de la no-neutralidad sería bienvenida, lo que es una distinción muy importante -estamos de acuerdo-.

La Comisión Europea y Viviane Reding en general, deben limitarse a atender aquellas cuestiones que limitan la protección de los consumidores y la competencia. En este contexto, la reciente declaración de la comisaria Reding es otra garantía de fracaso: «Debemos asegurarnos de que la Web 3.0 se realize y utilice en Europa«. Para Bubley, es la declaración más megalómana que ha escuchado de un burócrata en largo tiempo, y es casi una segura garantía de que no se va a producir. El único paso que Europa tiene que tomar para responder a la próxima ola de la revolución de la información es salir del camino, y dejar la innovación a los innovadores.

La CMT estrena blog, wiki y cuenta en Twitter

La Web 2.0, termino acuñado hace cuatro años por Tim O’Reilly, describe el desarollo evolutivo de Internet como una segunda generación de la Web, un estado en el cual se potencian al máximo las comunidades de usuarios aprovechando de una serie de servicios existentes como: redes sociales, blogs, wikis y folcsonomías.

Sin embargo, a persar del enorme potencial de estas herramientas o tal vez precisamente por ello, no son muchos los organismos de la Administración Pública que se han atrevido a poner estas herramientas en manos de los ciudadanos. El caso de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT), el regulador español de las comunicaciones con sede en la ciudad de Bacelona (en la foto) es un ejemplo a seguir en este sentido.

Hace unas semanas la CMT anunciaba la apertura de un blog. El objetivo declarado de esta novísima herramienta es: «hablar de regulación y de telecomunicaciones (…), explicar qué se esconde detrás de acrónimos impronunciables y de tecnicismos amenazantes. Queremos también abrir un nuevo canal de comunicación con aquellas personas interesadas en el sector y el conjunto de los usuarios, con el fin de divulgar y dar a conocer de manera directa las acciones de la Comisión«.

La CMT patrocina también el proyecto Wikitel (todavía en etapa Beta+) una herramienta del tipo wiki, especializado en cuestiones de regulación de las tecnologías de la información y las comunicaciones. La wiki está estructurada en tres portales transversales (jurídico, económico y tecnológico) y diez temáticos. También posee una serie de herramientas típicas como un blog y un foro, donde los usuarios pueden proponer y debatir asuntos relacionados con Wikitel y su estructura. En principio, cualquier persona puede colgar artículos pero se anuncia que un comité científico será el encargado de vigilar su idoneidad. Estos contenidos estarán licenciados bajo Creative Commons. Como ejemplo, podemos ver el artículo Neutralidad de la red de Wikitel.

Pero hay más, la CMT ha abierto una cuenta en Twitter, donde se detalla la última hora de lo ocurrido en el organismo y en las telecomunicaciones.

La iniciativa es buena y la miro con una sana envidia – ¿existe? -. En el Perú instituciones como Indecopi, organismos reguladores, municipios y gobiernos regionales – por citar sólo algunas- podrían tomar nota de  de las herramientas participativas que tienen ahora a su alcance. No cabe duda que la web 2.0 puede aportar algunos mecanismos muy robustos para acercar al Estado a los ciudadanos. Pero este es un reto que hay que afrontar con capacidad, sin complejos y con valentía. Tal vez nuestras instituciones no tengan todavía este grado de madurez, mal por ellas, recordemos la norma aprobada por Osiptel que restringe la información que debe alojarse en su pagina institucional y que comentáramos en este blog. Precisamente remando contracorriente.

La trasparencia en los actos de Osiptel, ¡Media vuelta y avancen!

Es conocido que a través de sus decisiones el Estado no siempre genera una mayor eficiencia o bienestar. Ello se debe en gran medida al problema conocido como del Agente y el Principal. Se le exige al Agente (la burocracia) realizar ciertas acciones en beneficio del Principal (los ciudadanos), sin embargo, suele modelar su conducta en beneficio propio, lejos de las exigencias de los ciudadanos.

Al actuar de acuerdo con sus intereses el Agente impone a los ciudadanos una serie de costos con la consecuente reducción del nivel de bienestar general. Para evitar estos inconvenientes se exige a la Administración que implemente una serie de controles que limiten su posible conducta estratégica, entre estos mecanismos nos encontramos con la obligación de publicitar sus actos.

Cabe recordar que el Estado Peruano suscribió en 1994 la Declaración de Chapultepec que ratificó con Los Principios de Lima en el año 2000. Estos textos apuntan en favor de una apertura de las fuentes de información públicas. Para lograr este objetivo se tomaron una serie de decisiones saludables, entre las que se encuentran: la creación del Portal de Transparencia Económica, el Portal del Estado Peruano, la aprobación de la Ley de Acceso a la Información Pública y su Reglamento, la obligación de publicar los proyectos normativos y los procesos de consulta ciudadana. Sin embargo, algunos sectores de la Administración estarían remando contra este proceso de transparencia.

El año pasado, el Consejo Directivo de Osiptel (regulador peruano de las telecomunicaciones) aprobó su Resolución N° 018-2007-CDOSIPTEL (Disposiciones que Regulan la Transparencia del OSIPTEL y sus Directores, Funcionarios y Servidores), de acuerdo con la cual se obligaba a difundir en Internet una serie de documentos. De esta forma, los ciudadanos podíamos conocer a través de la página web de Osiptel las Actas de las sesiones del Consejo Directivo, las Actas de las sesiones del Tribunal de Solución de Controversias y los proyectos de las Gerencias de línea de OSIPTEL. Sin embargo, esto ya no será posible.

El nuevo Consejo Directivo de Osiptel ha aprobado recientemente la Resolución N° 016-2008-CD/OSIPTEL, de acuerdo con la cual ya no se publicará en su web institucional esta documentación, aún cuando mantiene su carácter de pública. Es decir, ciudadanos y administrados sólo podrán tener acceso a esta información si la solicitan formalmente por escrito, lo que incluye el pago de la tasa correspondiente.

Las razones que habría tenido Osiptel para tomar esta decisión no tienen desperdicio, y nos trae a la memoria aquel dicho castellano que nos dice irónicamente “el ejército español nunca retrocede, simplemente da media vuelta y sigue avanzando”. Según la exposición de motivos de la Resolución N° 016-2008-CD/OSIPTEL: “(…) si bien la transparencia constituye un principio que orienta la gestión de las entidades del Estado, ésta no debe impedir la eficiencia en dicha gestión ni impedir el cumplimiento de las funciones propias de cada una de éstas, ni el cumplimiento de las normas vigentes en materia de excepciones que resguardan el derecho de terceros”. Es decir, la publicidad de la información a través de Internet  – ¿no se dice cuál, ni cómo, ni por qué?– impide la eficiencia de las funciones de Osiptel. Para rematar se señala, “(…) la propuesta se refiere a modificaciones sobre la información que se difunde en el portal de transparencia del Osiptel, y que no afectan (sic) de modo alguno el derecho de libre acceso a la información pública reconocido como derecho fundamental en la Constitución del Perú”. Como se ve, se reconoce abiertamente que la información sigue siendo pública pero se advierte que ésta no se difundirá en la web.

Lo que no se entiende, es cómo la divulgación de información pública a través de Internet afecta el normal desempeño de Osiptel, y no cuando la misma documentación se revela a través de medios físicos. Irónicamente, Osiptel entiende que el mecanismo de divulgación más eficiente (Internet) es más perjudicial que el menos efectivo y más costoso (solicitud administrativa). En la práctica pareciera que lo que se pretende es trasladar integramente los costos de control de los actos de la administración al ciudadano. Un verdadero retroceso aunque se diga lo contrario.