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Easy Taxi: taxis fáciles y servicios difíciles

En los últimos días se han reportado distintos casos en los que usuarios del servicio Easy Taxi han experimentado situaciones de aparente peligro o de hostilidad a bordo de vehículos. No es la primera vez que denuncias de este tipo aparecen respecto de esta empresa o empresas similares del rubro. La informalidad, el caos del transporte público y el nulo control hacen que tomar un taxi en Lima sea un deporte de aventura practicado por grandes y chicos. Sin embargo, vale la pena entender cómo los casos que involucran a vehículos solicitados a través de estas aplicaciones tiene algunos matices.

Easy Taxi, Uber o incluso Taxi Satelital son empresas sustancialmente distintas a las empresas de taxi que conocíamos antes. Las empresas de taxi antiguas estaban verticalmente integradas y ello significaba que no solo controlaban el sistema de pedido y envío sino también eran propietarias de los vehículos y tenían una relación laboral con los conductores. Este modelo centralizado tenía sentido porque permitía gestionar un flota dispersada por toda la ciudad desde un solo punto de contacto, a menudo desde una central conectada por radio con los conductores. Adicionalmente, les permitía establecer una sola marca, estandarizar los términos de su oferta comercial y cobrar un precio premium por todo ello. Bajo este sistema, el servicio se prestaba por cuenta y riesgo de la empresa y esta era inmediatamente responsable por cualquier problema generado.

En los últimos años, gracias a la tecnología empezaron a desagregarse los servicios y vimos el surgimiento de empresas que se dedicaban exclusivamente a brindar el servicio de pedido y coordinación de vehículos dejando de lado los costos de contratar conductores o comprar y mantener vehículos. Este es el modelo de Easy Taxi, Uber, Taxi Beat o Taxi Satelital: no son empresas de transporte, son empresas que prestan el servicio de despacho de vehículos privados (que pueden o no estar registrados como taxis) y en algunos casos procesan el pago. Sin embargo, el servicio mismo de transporte de pasajeros es prestado por una persona jurídica distinta a estas empresas: el conductor del vehículo. Ello significa que la responsabilidad civil, penal, administrativa, laboral o tributaria que surja del hecho de cobrar por transportar a una persona de un punto a otro recae exclusivamente sobre el conductor. En otras palabras, son tan responsables como las Páginas Amarillas respecto de los servicios de sus anunciantes o el Jockey Plaza por la idoneidad de los productos que venden las tiendas que le aquilan un espacio. Nos puede gustar o no pero ese es el escenario descrito en los contratos de todas esas empresas. Lo dicho no significa que algunas empresas no se hayan tomado la molestia de ir un paso más allá y exigirle a los conductores que tienen asociados pasar ciertos controles legales o psicológicos o tener vehículos en ciertas condiciones operativas. Incluso, aunque no están obligadas a hacerlo, muchas veces asumen el costo de corregir rutas o tarifas mal cobras o devolver el importe de lo pagado al conductor. Sin embargo, ese es un factor de competencia entre ellos y depende de nosotros el creerles o no que hacen un buen trabajo. Este modelo (bien como servicio), por lo demás, ya no es nada nuevo y está presente en muchos otros mercados de servicios como el alojamiento, los espacios para oficinas y, notablemente, el de infraestructura de servidores.

De hecho, es curioso cómo en ciudades como Lima el origen de la demanda por estos servicios tiene una naturaleza totalmente distinta. En la mayoría de ciudades del hemisferio norte, es difícil, caro y complicado abordar un taxi porque el número de unidades está artificialmente limitado, porque solo funcionan por llamada o porque el pasajero no habla el idioma o porta un medio de pago. Sin embargo, por todos los controles que existen son reducidas las posibilidades de ser asaltado o secuestrado en un taxi. Empresas como Uber surgieron precisamente para solucionar el problema de la disponibilidad y no precisamente el de la seguridad. En Lima, en cambio, conseguir un taxi no es un problema para casi nadie y el auténtico problema es conseguir un taxi seguro o en buenas condiciones. La ventaja que ofrecen las empresas de taxi o las de despacho de taxi es un nivel de seguridad adicional al de tomar un taxi de la calle al tener registrados y monitorear por geolocalización a todos los conductores.

Analizar la responsabilidad de estas empresas de “despacho” de vehículos frente a daños va a depender del foro donde se discuta. En el escenario penal o civil, estas empresas y sus representantes podrían no tener la responsabilidad principal pero es posible que se determine su responsabilidad accesoria bajo fórmulas existentes con una sanción reducida. Por otro lado, para las leyes de protección al consumidor, el único legalmente responsable y obligado a responder por cualquier denuncia es el proveedor o persona jurídica que presta el servicio. Sin embargo, no me sorprendería que en un arrebato de sobre proteccionismo Indecopi termine señalando la responsabilidad original de la empresa de despacho o sancionándola por no dejar claro cuál es su rol dentro de la relación contractual. Desafortunadamente, la insistencia en establecer un criterio de este tipo podría tener un impacto a mediano plazo en las tarifas cobradas por los servicios.

¿Es 100% seguro utilizar los servicios de estas empresas? No, lo más seguro probablemente es no salir de casa o irse caminando muy despacio y por zonas iluminadas. Sin embargo, usar los servicios de estas empresas es considerablemente más seguro que tomar un taxi de la calle porque: (i) los conductores están registrados y han pasado algún filtro, (ii) existe un sistema que recoge la información de quién pide el servicio, quién presta el servicio y de dónde a dónde se produce, (iii) el pago puede hacerse con cargo a una tarjeta de crédito a través de un intermediario que brinda seguridad y reduce de fricciones la transacción. Lo siguiente más seguro sería contratar a una empresa de transporte privado verticalmente integrada, como las que trabajan con los hoteles de lujo, y aceptar de buena medida el precio extra que refleja los costos administrativos y legales adicionales en los que incurre el prestador del servicio.

Entiendo que el punto de fondo es que no es lo mismo pedirle una reparación al taxista como persona individual que hacerlo a una empresa. Pero ese es un problema de la ejecución de la ley, de lo difícil y costoso que puede ser litigar en sede civil o penal y no es un problema de la ley en sí misma. El principio general es que aquel que ocasiona un daño está obligado a repararlo y hacer responsable a tercero solo es un modelo de excepción cuya aplicación debe de estar adecuadamente justificada. Pueden existir casos en los que la empresa falte a su deber de idoneidad si es que nunca llega a enviarte el vehículo o resulta que el vehículo no ofrece las condiciones de accesibilidad o comodidad que eran parte del acuerdo inicial con la empresa de despacho. Sin embargo, yo sería muy cuidadoso al momento de extender la responsabilidad al punto que cualquier inconducta atribuible al conductor y que la empresa de despacho no pudo prever esté también garantizada.

Pueden encontrar un vistazo más amplio a el impacto que tiene la economía de pares o sharing economy en nuestro sistema legal y los beneficios que tienen para varios mercados en la serie de artículos especiales que escribí este año.

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Comentario

  1. Buen artículo Miguel. Otra razón respecto de por qué en Lima se están popularizando estos servicios, está en que con el incremento del tráfico los costos de transacción no hacen más de aumentar. Hace unos años, la única transacción que había que realizar, a falta de taxímetros, era discutir sobre la tarifa. Ahora, no sólo es el precio de la carrera materia de acuerdo, sino incluso el destino. Son innumerables las veces, que los taxistas se niegan a ir a rutas donde creen que no van a conseguir clientes y prefieren asumir el costo de buscar otro cliente con una mejor ruta. Así, puedes intentar dos o tres veces hasta que aparezca alguno al que le compensa llevarte. Solucionar, al menos de forma elemental, los problemas que describes -no poco importantes- será esencial para mantener la credibilidad de un servicio de esta naturaleza.

  2. Hola Miguel, me gustaría que algún día comentes la otra parte, cuando estos aplicativos llevan a los taxistas a ser asaltados cruelmente y estas empresas se lavan las manos, como si fueran cómplices de este terrible mal que sufre la sociedad que es la inseguridad.