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De Kirchneristán a Perusalem: Kirchneristán

En tiempos en los que el proyecto de Ley de la Cinematografía y el Audiovisual Peruano -que sirvió como excusa para iniciar esta saga- parece dormir un justo sueño, seguiremos con nuestro repaso de las diferentes experiencias cinematográficas. En esta oportunidad daremos una ojeada por el barrio, es decir, por las distintas políticas gubernamentales de fomento a la industria cinematográfica en Latinoamérica, empezaremos por Argentina.

Los comienzos

El cine argentino es casi tan antiguo como la propia industria. Sólo un par de años después (1856)  de la demostración en público del cinematógrafo en París, se efectúa en Buenos Aires la primera proyección de una película en Argentina. Desde esa época se han estrenado unas 2,500 películas argentinas, lo que convierte a la actividad cinematográfica argentina en una de las más importantes del continente junto con las de Brasil y México.

Un mar de subsidios

En la actualidad el cine argentino se promociona a través de una serie de mecanismos como impuestos, créditos, concursos, subsidios, cargas al cine extranjero y obligaciones a exhibidores y canales de televisión. Además, también cuentan con iniciativas locales de fomento. Por ejemplo, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, aprobó hace unos años una ley que exoneraba prácticamente de todos los tributos que administra, a aquellas empresas que decidan instalarse en lo que vendría a ser el flamante Distrito Audiovisual de la ciudad.

Este tinglado de ayudas públicas empieza a modelarse en septiembre de 1994 cuando el Senado argentino aprobó la Ley 24.377 de Fomento y Regulación de la Actividad Cinematográfica. En su aspecto más importante, la norma amplió los ingresos del Fondo de Fomento Cinematográfico de ocho millones de dólares a más de 40.

El Fondo es administrado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y se alimenta principalmente de tres fuentes: (i) un impuesto equivalente al 10 por ciento del precio de las entradas al cine, (ii) otro impuesto del 10 por ciento para toda venta o alquiler de vídeos, destinados a la exhibición pública o privada, y, (iii) el 25 por ciento del total de los ingresos percibidos por el Comité Federal de Radiodifusión de un gravamen a la publicidad a cargo de las empresas de radiodifusión. Cualquier parecido del Proyecto peruano es pura coincidencia.

En este marco, en agosto de 2011, el INCAA aprobó un arancel diferenciado para todas las películas extranjeras. Este arancel se calcula sobre el valor promedio de la entrada y la cantidad de copias. Las películas extranjeras que se estrenen hasta con 40 copias pagarán el valor de 300 entradas promedio; el tope del arancel es para aquellas películas que estrenen más de 161 copias con el equivalente a 12 mil entradas. Algunos de los considerandos de la norma no tienen desperdicio: «(…) sin acudir a prohibiciones, se establece un esquema que desalienta a las grandes empresas distribuidoras internacionales de causar sobre el espectador la sensación o idea, de que no existe ninguna otra producción audiovisual a observar en el período de tiempo en el que se exhiben sus películas con una presencia cuasimonopólica en las pantallas; circunstancia que suele excluir del circuito comercial toda otra producción, atentando ya no sólo contra la producción nacional, sino asimismo contra la diversidad que hace al derecho a la libertad de expresión y a los derechos sociales a la cultura”. Seguro que el texto lo redactó algún cineasta.

Con estos ingresos, el INCAA otorga dos tipos de subsidios: (i) por sala, también llamado de recuperación industrial; y, (ii) por otros medios de exhibición, también llamado de medios electrónicos.

El subsidio de recuperación industrial, compensa al productor cinematográfico argentino en función de la cantidad de espectadores que asisten a ver la película en salas comerciales, como una proporción del valor neto de las entradas que corresponde al productor. El subsidio de medios electrónicos, es una suma fija que se abona al productor según el tipo de película realizada. Como es una suma fija, constituye un piso al que cualquier productor puede acceder, siempre que la película se haya realizado en cumplimiento de la reglamentación.

El INCAA otorga también créditos a los productores que cuenten con un proyecto concreto. Se trata de créditos blandos a una tasa de interés más baja que la del mercado. A cambio de este crédito, se exige la presentación de una garantía. Estos créditos se otorgan hasta por el 70 por ciento del presupuesto del proyecto.

Por otro lado, la reciente  Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (conocida como Ley de Medios) dispone que los canales de señal abierta deberán adquirir los derechos de emisión de al menos 8 películas al año, incluso antes de que se inicie su rodaje. A su vez, los operadores del servicio de cable y los canales de señal abierta privados, cuya área de cobertura sea menor al 20 por ciento de la población total, tienen que destinar cuando menos el 0,5 por ciento de su facturación bruta del año anterior a la compra de derechos de antena de cintas locales. En este contexto, la reglamentación de la Ley de Medios obliga a los canales de televisión a emitir cuando menos dos estrenos de cintas nacionales por trimestre en horario prime-time.

También la exhibición de películas está fuertemente intervenida. Argentina cuenta con cuota de pantalla desde el 2004, año en que se reglamentó una serie de aspectos de la Ley del Cine (17.741/95). De esta forma, se establece que cada sala de cine debe estrenar cuando menos una película argentina por trimestre. Asimismo, la media de continuidad indica el porcentaje mínimo de asistencia de la sala, por encima del cual la película no puede ser retirada. No obstante, a manera de un incentivo para que los exhibidores programen cine argentino, se ha establecido un subsidio en caso se proyecten películas nacionales superando la cuota de pantalla establecida en la reglamentación existente.

Por otro lado, el INCAA viene invirtiendo en los últimos años, en desarrollar un circuito alternativo de exhibición. A a través de concursos se alquilan locaciones para que sirvan de salas de cine con el objeto de garantizar la exhibición de las producciones cinematográficas argentinas.

Finalmente, recientemente empezó a operar INCAA TV, un canal del Estado que se ofrece de forma gratuita. INCAA TV es una de las 16 señales digitales que conforman el paquete de Televisión Digital Terrestre gratuito perteneciente al Estado. El canal transmite películas durante las 24 horas, en una proporción del 70 por ciento de películas argentinas, 20 por ciento iberoamericanas y 10 por ciento en otras lenguas.

No todo es oro en el país de la plata

Con tanto subsidio es inevitable que en la Argentina se produzca mucho cine, sin embargo, la gran pregunta es si la producción local goza de la aceptación del público. En Argentina -según cifras del año 2012- se estrenaron unas 300 cintas en las salas de cine de todo el país, de ellas, 130 fueron argentinas. Sin embargo, como suele ocurrir cuando se subsidia sin tener en cuenta las necesidades o gustos de la gente, de esas 130 películas, sólo un puñado de ellas tuvieron cifras de concurrencia aceptables. Es decir, el cine subvencionado argentino produce muchas películas pero no todas ellas para los espectadores, sino para poder alcanzar los subsidios.

También se acusa de un importante nivel de fraude en la producción de cine local. Por ejemplo, Hernán Musaluppi en su reciente trabajo El cine y lo que queda de mí denuncia que una gran cantidad de películas argentinas se estrenan sólo para obtener los subsidios públicos, aun cuando no reúnan las condiciones mínimas exigibles que ameritarían su exhibición, películas que por otro lado han sido realizadas inflando los costos de producción. En fin, todo lo que se esperaría ocurra en un ambiente de subsidio generalizado.

En la imagen: Las viudas de los jueves (2009) de Marcelo Piñeyro.

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