¿Sobrevivirán las tiendas de libros?

Hace unos años Sean Dodson de The Guardian publicó una lista de las que a su juicio eran las diez librerías más bellas del mundo (Top shelves). Dodson situó a la cabeza de la lista a la Boekhandel Selexyz Dominicanen, en Maastricht. La antigua iglesia del siglo XII -hasta hace no mucho convertida en un patio de bicicletas- es ahora una preciosa librería que alberga infinidad de libros cuyas estanterías se entremezclan con la arquitectura gótica del lugar. Para Cristina Crisol (El discreto encanto de las librerías) tomar un café en el apacible altar de la antigua iglesia dominica es cuando menos una experiencia curiosa, religiosa podríamos decir.

Le sigue, la Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires. No es para menos. La magnífica librería porteña ocupa también un espacio reciclado, lo que fue el teatro Grand Splendid, mandado a construir en 1919 por el empresario austríaco Max Glücksmann sobre el diseño de los arquitectos Rafael Peró y Manuel Torres Armengol. La librería mantiene en su cúpula el mural original del italiano Nazareno Orlandi y esculturas de Troiani a los lados del escenario y en la marquesina de estilo griego. El Ateneo Grand Splendid recibe unos 3 mil visitantes diarios y vende más de 700 mil libros al año.

Otros lugares destacados en esta lista: Secret Headquarters del mundo del cómic en Los Angeles; Borders en Glasgow, alojada en el antiguo edificio de un banco; Scarthin´s en Cromford; Posada en Bruselas, especializada en libros de arte; y, El Péndulo de Polanco en México D.F.

Sin embargo, esta costumbre de ir a comprar y a disfrutar de los libros en un establecimiento especializado que los presenta y atesora con esmero puede que sea una rutina camino de la extinción. Al menos es lo que nos dicen Becker (Traditional Bookstores are Doomed) y Posner (Can Bookstores Survive? Prospects and  Consequences) en su blog y puede ser que tengan razón. Si Sean Dodson actualizara su lista de las librerías más bellas no podría incluir en ella a Borders de Glasgow pues cerró sus puertas en diciembre de 2009 acusando el golpe de los supermercados y de Amazon.

Para Becker la librería tradicional está condenada por los lectores de libros electrónicos (e-readers) y las compras por Internet. Joseph Schumpeter, acuño el término «destrucción creativa» para describir como las nuevas tecnologías causaban estragos en las viejas industrias. El proceso de destrucción creativa comenzó para las librerías tradicionales cuando Amazon ofreció enormes inventarios de libros, entregas rápidas, comentarios en línea y varios servicios que hicieron más eficiente y barato comprar libros por Internet.

Sin embargo, la disminución del número de librerías va en contra de la idea del desarrollo económico. El desarrollo supone la sustitución de las actividades que antes se realizaban en el hogar por el mercado. Las sociedades rurales producían sus propios alimentos, así como fabricaban gran parte de su ropa, entre otros productos necesarios para la vida diaria. Con el crecimiento económico, estas actividades  migraron hacia el mercado.

Con el desarrollo tecnológico aparecen lavadoras, secadoras, pequeños hornos para hacer pan, etc., generando que muchas actividades regresan de producirse en el mercado de nuevo al hogar. La revolución digital es otro paso en la tendencia de reducir al mínimo el tiempo en el proceso de compra. Becker cree que los libros aún se leerán en casa, pero cada vez más comúnmente serán comprados desde el hogar.

Para Posner, hay dos amenazas claras para las librerías. La más reciente es el libro electrónico. La otra, la compra de libros en línea.

Parece inevitable que el número de libros vendidos a través de las librerías se desplome. Los libros comprados en las librerías son más caros (por cubrir los costos de la librería) no sólo en lo que se refiere a su precio de venta, sino también para los clientes, pues éstos asumen el costo del tiempo de ir hacia y desde la librería, encontrar el libro y completar el proceso de compra (más costoso en tiempo que una compra en línea). La ventaja de las librerías es que permiten navegar por las estanterías y manipular los libros antes de comprarlos. Sin embargo, las tiendas on line están compensando estos beneficios con el desarrollo de programas de inteligencia artificial para recomendar libros, un inventario mucho más amplio, la facilidad de realizar búsquedas y permitir que los clientes vean parte del interior de los libros antes de ordenar la compra.

Hoy menos del 30 por ciento de los libros se compran en Internet, pero esta cifra crecerá hasta el 75 por ciento en pocos años. Muy pocas librerías podrán sobrevivir si sus ventas caen al 25 por ciento del nivel actual.

Esta sustitución de la cadena de distribución de libros generará un ahorro social importante y, al mismo tiempo, aumentarán la demanda al reducir el precio de venta minorista. Surge la pregunta si los editores saldrán perjudicados con este proceso. Posner cree que no. Generalmente un vendedor trata de minimizar sus costos de distribución. Pero hay una excepción cuando el distribuidor proporciona servicios de punto de venta que aumentan la demanda del producto. Esta es la razón para el mantenimiento de un precio de reventa: los fabricantes de algunos bienes fijan un precio piso por debajo del nivel al por menor para aumentar deliberadamente el margen de venta del minorista, con la esperanza de inducirlo a generar una mayor demanda. El personal de una librería, adecuadamente entrenado puede aumentar la demanda de libros. Pero estos servicios no van a garantizar la supervivencia de muchas librerías, pues habrán pocos clientes para solventar los costos fijos a un precio aceptable.

Posner concluye que esta situación no perjudicará a los editores dado que con el tiempo, las librerías en línea incluso mejorarán los servicios de punto de venta que ofrecen hoy las librerías tradicionales.

Interesante análisis el que realizan Posner y Becker. Aunque existen importantes temas que no son desarrollados en las entradas resumidas, como el impacto de la piratería de libros electrónicos que seguro también presionará los precios a la baja o el intercambio de libros electrónicos por los usuarios como sucede con la música o DVDs. Finalmente, las nuevas tecnologías no necesariamente aseguran precios bajos, allí tenemos el ejemplo de MacMillan (Macmillan Blitzkrieg) y su enfrentamiento con Amazon para que modificara su política de precios bajos en el Kindle.

Macmillan Blitzkrieg

El Kindle, desarrollado y comercializado por Amazon desde noviembre de 2007, es una plataforma que permite visualizar e-libros (e-books) y otros medios digitales. Hasta el momento Amazon ha lanzado al mercado hasta tres versiones de esta plataforma: Kindle, Kindle 2 y el Kindle DX.

Debido a las políticas de DRM (Digital Rights Management) de Amazon, en el Kindle no existe el derecho de primera venta. Un e-libro puede ser descargado desde Amazon sólo a un número limitado de dispositivos. De esta forma sólo con la intervención de Amazon los usuarios pueden descargar los libros electrónicos para los Kindle nuevos o actualizados. Sin embargo, Amazon no establece limitaciones para el número de veces que un libro puede ser descargado en el mismo Kindle.

Jeff Bezos CEO de Amazon señaló en una entrevista de diciembre del año pasado (The New York Times: Book Learning) que retiene el 65 por ciento de los ingresos por las ventas de los e-libros mientras que el 35 por ciento restante se reparte entre el autor y editor del libro. Kindle domina actualmente el mercado de e-libros (70 por ciento de cuota) y de dispositivos para su lectura (80 por ciento).

En su corta vida, el Kindle ya ha tenido algunas controversias importantes. En julio de 2009 se retiraron de forma remota de los Kindles los dos títulos más conocidos del escritor inglés George Orwell (1984Rebelión en la granja), luego que Amazon se percatara que el editor carecía de los derechos necesarios para publicar los títulos en formato electrónico. Blawyer comentó este hecho (1984, veinticinco años después) destacando el paralelismo entre la conducta de Amazon con la del Gran Hermano orweliano. La gracia le costó a Amazon 150 mil dólares, valor que tuvo que desembolsar a uno de los demandantes que sintió violentados sus derechos con la retirada incosulta de los e-libros. No es el último sobresalto de la empresa de Seattle.

Macmillan Publishers Ltd, es una editorial propiedad de la alemana Georg von Holtzbrinck Publishing Group con oficinas en 41 países. Al ser Macmillan uno de los grupos editoriales más importantes de habla inglesa, sus títulos son asequibles a través del Kindle. Sin embargo, nunca se sintió cómoda con la política de precio único ($9,99 por cualquier título) de Amazon. El motivo de la molestia parece evidente si damos por ciertas las declaraciones de Bezos en el Times, Amazon se queda con $ 6,49 por cada libro vendido en el Kindle mientras que reparte únicamente $ 3,49.

Poco después del lanzamiento del iPad al mercado, el 29 de enero, los libros de Macmillan desaparecieron como por arte de magia de los catálogos de Amazon.com. Al parecer como represalia por las exigencias de Macmillan, para que Amazon modificara su política de precio único y permitiera que el valor de los e-libros se establecieran en una banda desde los $ 12,99 a $ 14,99. Sin embargo, el plato de fuerte de la discusión es quién se lleva la piel del león, ahora en manos de Amazon. Macmillan ofreció a Amazon la oportunidad de comprar ediciones para el Kindle bajo el mismo modelo del iPad. Bajo este modelo, Macmillan fija el precio de venta de los e-libros a los consumidores y retiene el 70 por ciento de cada venta, dejando el 30 por ciento para el minorista.

No es un hecho casual -pocas cosas los son-, que los lamentos de Macmillan arreciaran luego de la aparición del iPad. Para su lanzamiento Apple había suscrito unos acuerdos que permitían a los editores fijar los precios de los e-lbros. Luego de la bravata de Amazon, eliminando de su tienda todos los libros de Macmillan, anunció el 31 de enero que cedía y aceptaba sus términos y condiciones.

La política de Amazon contradice la práctica tradicional de las casas editoriales de discriminación de precios. Las personas que compran el Kindle son también quienes pagan por comprar un libro en su precio más alto. Los libros de tapa dura salen al mercado inicialmente, al precio más alto, para los clientes insensibles al precio. Una vez agotado este mercado, aparece el libro de bolsillo para deleite de aquellos consumidores sensibles al precio. Si bien algunos clientes comprarían un libro de tapa dura independientemente de si existe una opción más barata, es lógico pensar que la mayoría de los lectores optarían por la opción más económica. De esta forma, si los e-libros se publican simultáneamente con los de tapa dura pero a un precio menor es evidente que los lectores preferirán descargarlos por el Kindle antes que comprarlos.

El Kindle funciona como una plataforma que permite el encuentro entre editores y consumidores, lo que se conoce como un mercado de dos caras (two sided market). Cuando Amazon se mantenía casi en solitario en el mercado de lectores de e-libros, tenía la capacidad de ejercer un importante poder de mercado sobre las editoriales. Esta situación cambió con el arribo del iPad. El precio que Amazon podía pagar si no aceptaba los nuevos términos que Macmillan le ofrecía era particularmente alto. Si los libros de la editorial salían del Kindle, reducía su valor y por ende se colocaba en una situación desventajosa frente al iPad.

El error de Amazon no residió en romper el esquema de precio único, fue retirar los libros de Macmillan y forzar un enfrentamiento que no podía ganar.