Crowdfunding en Perú: leyendo más allá del titular

La Superintendencia del Mercado de Valores de Perú circuló ayer un comunicado sobre la legalidad del financiamiento colectivo (crowdfunding) a través de Internet señalando:

La Superintendencia del Mercado de Valores – SMV, alerta a los inversionistas y potenciales inversionistas que la financiación por suscripción o colectiva denominada crowdfunding y sus plataformas de internet, que emplean la modalidad de emisión de valores o aportes de capital, no están autorizadas.

Aunque el comunicado es bastante claro, algunas personas lo han mal entendido como una prohibición de las plataformas de crowdfunding como Kickstarter o IndieGoGo en Perú. Nada más lejos de la realidad. ((Otra prueba de que todo el discurso sobre innovación y emprendimiento es vacío si no se conocen las reglas y términos exactos en los que se llevan a cabo las inversiones o se gestionan las sociedades de capitales.))

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Crowdsourcing: la fascinante historia de emprender.pe (II)

por Carlos Caro (la primera parte de éste artículo puede verse aquí)

(…) Así nos reunimos nuevamente y se empezó a gestar la segunda versión de Emprender.pe, una versión con una visión mucho más amplia y con ideas adicionales. Reinventamos lo que tenía inicialmente y la web se empezó a diseñar.

Cuando la web estuvo lista, llegó el primer problema: el programador encargado de la web nos dijo que ningún operador de tarjeta de crédito tenía una estructura de crowdfunding en el Perú, que en otros países si tenían el tema, pero que localmente no era posible. Fue un baldazo de agua fría, una noticia no esperada, nuevamente la idea se ponía a prueba…

Nuevamente hice “dormir la idea” y recordé que cuando trabajaba en el área de productos de un banco manejábamos un producto llamado “Recaudación”, que era lo que utilizaban los colegios, las empresas de servicios, etc., para que sus usuarios realicen los pagos sin problemas. Entonces me reuní con dos bancos, llené los formularios y empezamos a reinventar nuevamente la web, ajustar detalles, ver los reportes que nos emitirían los bancos, confirmar los procesos de validación, etc., y es así que la tercera versión de Emprender.pe estaba lista. El tema era más sencillo, la gente aportaba en nuestra cuenta y cuando el proyecto llegara al 100% nosotros transferíamos el dinero al emprendedor.

En el camino visitamos unas cuantas universidades presentando nuestra plataforma, explicando a los alumnos como funcionaría, etc., y en todos los casos, gracias a Dios, la respuesta fue buena.

Finalmente, en los primeros días de enero de 2012, casi un año después del inicio de este viaje la plataforma estaba lista en su tercera versión. Entonces, con todo a punto de nacer me reuní con un contador de confianza. El contador revisó mis números, me hizo 100 preguntas y me dijo: Hay un par de cosas que me están generando unas dudas, voy a investigar un poco y nos volvemos a reunir”. La verdad me dejó un poco preocupado, pero mi vehemencia y mis ganas de lanzar cuanto antes la plataforma callaron cualquier intento de preocupación.

Finalmente, el viernes siguiente el contador regresó a mi oficina luego de la hora de almuerzo. Yo lo esperaba con una tremenda sonrisa sin suponer lo que me iba a decir: “estuve revisando la legislación e hice unas consultas en la SUNAT y lo que tú quieres hacer se llama “Administración de Fondos” y para hacer eso tienes que estar regulado por la SBS y cumplir unos cuantos requisitos”. Nos metimos a la web de la SBS a buscar los famosos requisitos y el primero de todos me trajo abajo: Capital Social mínimo de S/. 700,000.00 (si, setecientos mil nuevos soles).  Realmente fue el baldazo más grande de todos, y con agua helada… El problema estaba en que nosotros no podíamos recibir el dinero de unos y enviarlos a otros, estábamos haciendo a figura de un banco, caja municipal o AFP.

Le envié un correo a Diana contando lo que había conversado con el contador y dejé que nuevamente que la idea “durmiera”. Pasé el fin de semana leyendo, releyendo y buscando una forma de evitar que el dinero pasé por nuestras manos pero al mismo tiempo tener el control necesario sobre el proceso para que tanto el emprendedor como el aportante tuvieran la tranquilidad del caso.

Luego de pensar muchísimo, el domingo en la noche tuve la solución, se la conté a mi esposa, la afinamos un poco y luego llamé a Diana para reunirnos nuevamente.

El lunes a primera hora nos reunimos en el famoso café donde empezó a nacer Emprender.pe, revisamos el proceso y decidimos (con la venia del contador y el abogado) que ahora sí estaba todo listo. Era el momento de que la cuarta y última (por el momento, siempre buscamos mejoras) versión de Emprender.pe viera la luz, y esa es la versión que hoy les presentamos…

Me olvidaba de contarles algo más, recuerdan mi idea inicial? Bueno, obviamente la dejé bien guardada mientras Emprender.pe tomaba forma. Pero hoy, que Emprender.pe está listo la he retomado y es uno de los primeros proyectos que buscan financiamiento a través de Emprender.pe, el nombre de esta idea es “DALE AL BID”.

Crowdsourcing: la fascinante historia de emprender.pe (I)

De muy poco sirve hablar de regulación de Internet y nuevas tecnologías si no existe un mercado sobre el cual se va a aplicar dicha regulación. En nuestro país tenemos un gobierno que nos llena de papeles, promoviendo agendas digitales y de competitividad pero que se tarda demasiado en pasar del discurso a la acción. Mientras el gobierno peruano se toma su tiempo, les presentamos un ejemplo claro de emprendimiento digital 100% hecho en Perú y por peruanos. Diana Castañeda y Carlos Caro, creadores de http://www.emprender.pe nos dan una lección de emprendimiento digital puro y duro y nos cuentan su historia en dos entregas. El título lo pusimos nosotros y el texto fue escrito por Carlos Caro.

Hace poco más de un año, a inicios de Enero de 2011 tenía la firme resolución de hacer un negocio por internet. La elección fue fácil porque estaba enamorado de una página web que había encontrado en el exterior. El proceso creativo duró cerca de 5 meses, en los cuales dibujé y desdibujé mi idea de negocio unas 20 veces, hice flujos de caja, proyecciones, estructuras de costos y todo lo que se me pudiera ocurrir para estar seguro de que este negocio, con un buen manejo, sería todo un éxito.

En el camino me reuní (por separado) con dos amigos de la universidad, a los cuales les mostré mi idea con la intención de tener un feedback de alguien en quien pudiera confiar. El resultado, en ambos casos, fue estupendo, los dos me dieron unos cuantos consejos sobre manejos de marketing y unas mejoras en los procesos (que eran bastante básicos) pero en términos generales les parecía una excelente idea.

Así que con estos dos espaldarazos, una TIR de 75% y un periodo de recupero cercano a “0”, me lancé a la parte final de mi plan: obtener los S/. 30,000.00 que me hacían falta para ejecutar mi plan de negocio y que mi idea se convirtiera en una realidad.

Es así que a finales de Junio de 2011 toqué a la puerta de un banco con todos los documentos necesarios para que me aprobaran sin problemas un crédito a 36 meses. Lo primero que me preguntó la persona que me atendió fue ¿Cuál es su número de DNI?, y yo con la confianza del caso y una sonrisa le dicté número por número los ocho dígitos de mi documento de identidad. De un momento a otro la cara de amabilidad del sectorista cambio a una cara de preocupación mezclada con frustración y me dijo “lo siento, no le podemos dar el préstamo, usted es 100% PERDIDA”. Para mí, que trabajé varios años en el mercado financiero, fue una noticia desconcertante y lo único que atiné a decirle es que eso no era posible y me retiré de la agencia bancaria.

Inmediatamente me fui a las oficinas de una central de riesgos muy conocida y compré un reporte que ratificó lo que me habían dicho en el banco, mi calificación en el sistema financiero era 100% PERDIDA. Empecé a revisar el extenso informe y encontré que desde marzo de 2009 un banco con el que yo tuve una tarjeta de crédito me venía reportando como un deudor con pésimos modales.

Regresé a mi oficina, empecé a buscar entre mis papeles y encontré lo que buscaba: un comprobante que decía claramente que en Febrero de 2009 yo había pagado el total de mi tarjeta de crédito en una agencia que este banco extranjero tenía en San Borja. Inmediatamente redacté una carta de reclamo a la que adjunté copia de informe crediticio y del comprobante de pago, y la entregué en la agencia que tenía más cerca.

Pasaron 02 días y un representante de este banco se puso en contacto conmigo, me pidió las disculpas del caso y me indicó que estaban realizando todas las gestiones ante la SBS para arreglar este penoso incidente, pero como en estas llamadas no todo es felicidad me dijo que el sistema de la SBS demoraría unos tres meses en actualizar la información y que recién a partir de ahí podría verse reflejada en todos los bancos la corrección de calificación la cual aparecería como 100% NORMAL.

Así que ahí me quedé, con mi plan de negocio, sin dinero y con muchas ganas de seguir adelante. Sabía que ninguna entidad financiera me iba a prestar dinero por lo menos en los próximos 3 meses así que empecé a investigar de donde podría obtener el dinero para que mi idea no durmiera “el sueño de los justos”.

Pensé en todo, hacer una rifa, una pollada, pedir prestado a algún amigo millonario (que no tengo), pero todo cambio cuando entre los resultados de Google leí algo que nunca había visto antes: financiamiento colectivo…

Me metí de lleno al enlace, que era de un blog español referido a temas de emprendimiento, y encontré que existía un concepto llamado crowdfunding (o financiamiento colectivo), que existían muchas paginas en Europa dedicadas a esto, que en Estados Unidos era una industria inmensa que movía millones de dólares todos los años y dije: genial, esta herramienta es lo que necesito para obtener el dinero necesario para mi proyecto.

Pero en el camino me fui encontrando con varias sorpresas, que en el Perú no existía una página parecida, que las páginas eran solo para residentes de los países donde se administraban (Europa, USA y un par de países de América del Sur), que la única forma de acceder a los fondos era por medio de una cuenta de PayPal (y aquí en Perú no se puede retirar dinero de PayPal por medio de ningún banco), y otras cosas más que empezaron a hacer nacer una pequeña desilusión en mi.

Pero esa desilusión me llevó a hacer una pregunta: ¿Y si hacemos una página web peruana con el sistema de financiamiento colectivo? La pregunta fue como una ola gigante porque hasta ese momento yo tenía en la cabeza (y en la computadora) un plan de negocio listo para nacer.

Hice, lo que siempre me aconseja mi papá, “dejar dormir la idea”, así que me olvidé del tema y me desconecté por un par de días. Al tercer día, tomé la decisión que me trajo hasta aquí, hagamos una plataforma web que se dedique a ayudar a otros a obtener los fondos para sacar adelante sus ideas y olvidémonos (por un momento) de la idea de negocio inicial.

Durante los siguiente 3 meses me dediqué a leer todo lo que podía sobre financiamiento colectivo, ver tendencias, visitar todas las páginas que existían en otro países, buscar iniciativas similares en otros mercados, hacer números, etc., y después de mucho camino empecé a darle forma a mi propia plataforma de financiamiento colectivo.

Aproveché todos los errores que vi en otros lugares, y busqué darles solución, repliqué todas las ideas buenas que había visto y luego de un par de ajustes ya tenía lista la primer versión de Emprender.pe.

En mi esquema había incluido 3 grandes categorías: Emprendimientos Sociales, Emprendimientos Empresariales y Emprendimientos Creativos. Es así que decidí enviar un correo a Diana Castañeda, una amiga que tuve hace años que yo sabía que era experta en proyectos sociales, pero que habíamos perdido contacto luego que viajó al extranjero a hacer su maestría. Nos reunimos en un café y le conté mi idea, mi historia, y mis planes, y todo le gustó. De un momento a otro agarró una servilleta, sacó un lapicero de su cartera y empezó a escribir varios nombres de organizaciones y de personas. Me dijo “mira, yo te puedo contactar con estas personas para que te ayuden y amplíes tu red de contactos”. Resulta que desde que regresó a Perú, Diana se dedicaba a ver temas de emprendimiento, asesorar emprendedores y tenía muchas relaciones con distintas organizaciones.

Llegue a mi oficina y cuando abrí mi correo tenía 4 o 5 emails de esta amiga, en los cuales me “linkeaba” con sus contactos. Así empecé a aprovechar la red que ella había armado y cada vez que tenía algún problema al contactar a uno de sus contactos recurría a ella y se solucionaba el problema. Es así que un día le escribí diciendo: “Diana, no te gustaría ser la relacionista pública de Emprender.pe?”, la respuesta inmediata fue “Conversemos” (…)

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